Hace unos días nos planteaba una cuestión muy interesante Javier sobre el aclareo de racimos. Entre otras cuestiones nos pedía nuestra opinión sobre cómo hacer para equilibrar y regular la producción de racimos por temporada de manera natural sin acudir al aclareo. Realmente es un tema bastante complejo y por eso hemos pedido algunas opiniones a nuestro equipo técnico para poder tratar el tema un poco más a fondo. Esperamos que os puedan servir de ayuda.
Raúl, director técnico de Vintae nos dice que hay mucho por investigar en este terreno. Dice que habría que conocer el tipo de suelo en el que están las viñas de Javier. Uno de sus consejos, de momento, sería intentar hacer sufrir a la cepa, aclarear algo, y poco a poco tratar de buscar el equilibrio, para terminar evitando el aclareo “que es siempre una mala solución”.
Octavio, enólogo de Bodega Classica (D. O. Rioja) plantea que en cuanto al número de racimos por pámpano, es importante saber marco de plantación (cepas/ha) y altura de espaldera (metros cuadrados de superficie foliar expuesta) para saber los kg/cepa que podemos producir con calidad y así poder decir cuántos racimos dejar por sarmiento (también debemos saber el tamaño de los racimos). El mejor momento para hacerlo es el envero, ya que la multiplicación celular ha parado (si lo hacemos antes, las uvas engordarán mucho, si lo hacemos después, quitaremos con las uvas azúcares que se aprovecharán para las que dejemos). Inevitablemente las uvas engordarán algo.
Sigue comentándonos Octavio que, más que el aclareo, en cuanto a la producción de racimos, influye fuertemente la insolación de las yemas durante la inducción floral ( yemas formadas este año que darán uvas al siguiente) y aquí poco se puede hacer. Para regular el viñedo lo que hay que hacer es controlar su vigor, abonando exclusivamente si es necesario, dejando cubierta vegetal en años con mucha pluviometría( aquí no creo que sea el caso porque esta en el sur), etc…
En este sentido, José Manuel, Ingeniero agrónomo y responsable de viñedo en la bodega Castillo de Maetierra, amplía algunas cuestiones que habría que tener en cuenta. Dice que hay estudios que recomiendan dejar un racimo por pámpano, hay quien recomienda dejar el racimo de mayor rango, ya que, teóricamente, sería más pequeño, hay quien recomienda no eliminar racimos, sino puntas de racimo y trabajar solamente con los hombros… ”Desde mi punto de vista, el aclareo de racimos es un último recurso, cuando no hemos podido controlar con otras técnicas vitícolas el exceso de producción”, explica José Manuel que coincide con Raúl en que lo que habría que hacer es equilibrar las cepas. ”Conseguir uvas no excesivamente grandes, coloreadas, con buena acidez y pH solamente se consigue con cepas equilibradas, poco vigorosas y con una buena relación entre la superficie foliar por hectárea y la producción por hectárea”, asegura. “Y tener cepas equilibradas depende de numerosos factores: como el tipo de suelo, el portainjerto, la variedad, la orientación de la parcela, la disponibilidad de agua, el microclima de la parcela, como bien dice Octavio, el marco de plantación, la altura de la espaldera etc”, concluye.
En el caso de Javier, continúa José Manuel, el marco de plantación, la altura de la espaldera, la variedad, el portainjerto, la orientación, etc., ya no se podría modificar. Sin embargo, planeta, “sí que se pueden elegir diferentes técnicas vitícolas que pueden influir sobre la calidad de nuestras uvas”. Según José Manuel, el objetivo que debería plantearse, “no es tanto aclarear más o menos, o cuándo hacerlo, sino tratar de evitar dicho aclareo mediante diferentes técnicas culturales. Nosotros, sin conocer el viñedo no podemos recomendarle ninguna en concreto, solamente podemos aportar algunas ideas”. Por ejemplo:
-Como bien dice Octavio, se podrían reducir los abonados al mínimo (especialmente el nitrógeno) y aportar aquellos elementos que sean estrictamente necesarios, siempre apoyado por análisis de suelo y foliares-peciolares.
-Dependiendo de la disponibilidad hídrica, establecer alguna cubierta vegetal que compita por los nutrientes y el agua con la cepa para reducir el vigor de la misma.
-Evitar en lo posible los despuntes, maximizando la competencia entre ápices y bayas por los fotoasimilados
-Limitar los aportes hídricos
Sin embargo, equilibrar un viñedo no se consigue fácilmente, es una labor a medio plazo. Asegura José Manuel, no obstante, que, mientras tanto, hay una operación que se puede probar, que es bastante interesante, y es el deshojado precoz. Una técnica que elimina un porcentaje elevado de puntas de racimo (la parte menos interesante) y que reduce notablemente la producción. Tiene un efecto negativo y es el hecho de que se incrementa ligeramente el tamaño de las bayas, pero es una solución intermedia entre los racimos de cepas poco vigorosas y el aclareo manual.
En relación con la acidez y pH, suele ser un problema en zonas cálidas, la baja acidez y elevado pH, fundamentalmente por las elevadas temperaturas que favorecen el metabolismo de los ácidos de las bayas, especialmente el del málico. Con lo que no son recomendables, en estas condiciones, las operaciones como el deshojado tardío que incrementen la iluminación de los racimos y, consecuentemente, la temperatura de los mismos. Esta es una técnica muy útil para viñedos de zonas frescas y húmedas, donde los niveles de acidez son elevados y los pH bajos, donde dichos deshojados son muy beneficiosos, tanto desde el punto de vista de la maduración de las uvas, como desde el punto de vista de la prevención de enfermedades criptogámicas. Sin embargo, en zonas cálidas, donde los niveles de acidez y los pH elevados son un problema, no es recomendable, ya que no conviene exponer excesivamente los racimos a la radiación solar para evitar la pérdida de acidez. Es decir, que en el caso que nos ocupa, lo que puede intentar es no exponer demasiado los racimos. En cuanto al pH, además de intentar mejorar los niveles de ácidos en las bayas, hay que estar muy atento a los niveles de potasio en el suelo, y consecuentemente, ser muy prudentes con el abonado, especialmente con variedades potasófilas como el Tempranillo.
En cuanto a la fertilidad de las yemas, es un tema complejo, en el que intervienen muchos factores: principalmente la genética de la variedad, el vigor de las cepas, la insolación y la temperatura. Por esto, también desde este punto de vista, sería interesante conseguir reducir el vigor de las cepas, además de no exponer excesivamente las yemas al sol, y consecuentemente, desde este punto de vista, tampoco serían interesante técnicas como el desniete o el deshojado.
En fin, que la pregunta que nos propone Javier, como veis, es bastante compleja, con múltiples factores que condicionan la respuesta. Por nuestra parte hemos tratado de aportar algunas ideas, que esperamos que os hayan resultado interesantes. No obstante, siempre aconsejamos consultar, llegado el momento, a un técnico especialista en vitivinicultura quien una vez visitada la parcela y considerados todos los parámetros, defina una estrategia a medio plazo, para conseguir el objetivo vitivinícola.